Conflictos religiosos, conflictos sociales

Musulmanes e hindues

Quizá el caso de la India sea particularmente intersante para comprender las diferencias más notables entre las concepciones religiosas orientales y occidentales. A grandes rasgos, los enfrentamientos entre hindúes y musulmanes en el contexto de la independencia de la India que derivaron en una división geográfica del Estado, sean descriptivos de las diferencias irreconciliables de sus respectivas cosmovisiones.

Las dos grandes religiones instaladas en el corazón de la India reflejaban, en efecto, concepciones muy diferentes de la divinidad. El Islam, apoyado en una sola persona, Mahoma y un libro sagrado, el Corán y el hinduismo, un credo sin fundador que, aunque revelada, carece de dogma y de una iglesia de liturgias organizadas.

La concepción de la creación

Para el Islam, el creador se desliga de la creación. El ordena y reina por sobre su obra. Para los hindues, por el contrario, el creador y su creación, son la misma cosa. En efecto, mientras que el Islam posee un dios trascendente, la inmanencia forma parte del concepto divino del hinduismo. Por ello, para los hindúes, Dios no es un personaje que tenga existencia separada de una manifestación sin límites.

Concepto de Dios

Los hindúes creen que Dios está presente en todas partes, bajo los aspectos más variados y es siempre el mismo. Dios es las plantas, los animales, el fuego, el falo, las estrellas, etc. Dios es el hombre en su locura y en su sabiduría. No hay más que un pecado para los hindúes: la "avidya" (ignorancia), es decir, no ver la evidente presencia de Dios en todas las cosas. Para los musulmanes, por el contrario, Alá es un absoluto tan lejano que el mismo Corán prohíbe su representación.

Templos y liturgia

Las únicas decoraciones permitidas en una mezquita son motivos abstractos o a la repetición de los noventa y nueve nombres de Alá. Un templo hindú es un inmenso bazar espiritual: Shiva y sus seis brazos, Ganesh y su cabeza de elefante...jóvenes vírgenes, representaciones eróticas, etc. Los musulmanes, en cambio, se reúnen para una oración semanal común, inclinándose todos juntos, en dirección a la Meca, recitan los versículos del Corán. El hindú reza solo, eligiendo su dios personal, emanación de un único dios en un basto panteón de divinidades.

Sistema de castas, reencarnación y musulmanes conversos

El concepto hinduista de reencarnación, desde un punto de vista social se halla íntimamente relacionado con el sistema de castas. Los hindúes consideran que el cuerpo no es más que una envoltura provisional para el alma a través de la eternidad. La vida el cuerpo es sólo una de las numerosas encarnaciones del alma, se trata de una cadena que empieza y termina en la unión con el cosmos. El balance del bien y del mal acumulado durante las existencias (karma), determina que el alma se eleve o descienda en las jerarquías de castas al reencarnarse. De esta manera, resignarse al círculo social asignado, constituía la mejor posibilidad de lograr un ascenso a un lugar mejor en la próxima vida.

En cambio, los musulmanes, constituían una privilegiada comunidad de creyentes claramente opuesta al sistema hindú: la fe de Mahoma acogía a todos por igual, por lo tanto atrajo a millones de hindúes hacia las mezquitas. La mayoría de conversos al islam provenientes del hinduismo pertenecían a los parias (avarna) que encontraban en la nueva fe la posibilidad de rehabilitarse en esta propia vida sin atener que esperar a una lejana reencarnación. Claro está que de esta forma, también se libraban del impuesto a los infieles.

Economía y cultura religiosa en tiempos del imperio británico

En efecto, las diferencias sociales entre musulmanes e hindúes no era poca en tiempos del imperio. Además, muy pronto se sumaron nuevas diferencias de origen económico. Los hindúes fueron más veloces para comprender las ventajas que podrían alcanzar gracias a la educación británica y el pensamiento occidental. Lo dicho se prueba a través del hecho de que si bien los ingleses podrían sentirse más cercanos a los musulmanes, fueron los hindúes lo que hicieron funcionar, a fin de cuentas, los engranajes del sistema administrativo británico. Se convirtieron en los financistas, en los hombres de negocios. Monopolizaron los seguros, la banca, el comercio y las escasas industrias nacientes. Casi todos los prestamistas eran de origen hindú, en parte a causa de sus aptitudes pero también porque la ley del Corán les prohibía practicar la usura.

Los grandes burgueses musulmanes, muchos de los cuales descendían de los conquistadores mongoles, continuaban siendo, cuando lo elegían el oficio de las armas, grandes terratenientes. Pero las masas musulmanas, rara vez habían escapado a la condición de parias que tenían dentro del hinduismo antes de su conversión al Islam. Y así, volverán a encontrarse en los campos, campesinos sin tierra, condenados a la explotación de los grandes terratenientes o bien en las ciudades como pequeños artesanos al servicio, generalmente de comerciantes hindúes.

La desigualdad económica, en parte consecuencia de la cultura religiosa de unos y otros, ahondaría el abismo religioso y social que separaba a ambas comunidades y que confluyó en la creación del estado de Pakistán.