Altares: privados o públicos son utilizados tanto en oriente como en occidente para honrar a los antepasados, santos o vírgenes.
Santuarios y templos: La palabra Templo, proviene del latín “templum”, que significa “edificio sagrado”. El origen del término se remonta a las prácticas adivinatorias, esto es, la parte del cielo en la que se contemplaban las aves a través de la cual se predecía el futuro.
Todo santuario es, en términos generales, un espacio dedicado al encuentro del creyente y sus dioses, un sitio sagrado en el cual el culto adquiere una relevancia especial. Algunas civilizaciones construyeron ya en la antigüedad, templos monumentales. Entre ellos, los egipcios en el imperio antiguo. También los griegos construyeron imponentes y armónicos templos, los cuales fueron reproducidos luego por los arquitectos romanos. En general, todas las religiones poseen edificios sagrados cumpliendo un rol importante en la dimensión social de todo culto. El santuario tiene por objetivo honrar a una divinidad, santo o espíritu y recibe un nombre diferente según la religión o sus características.
Sitios de retiro espiritual: estos espacios son la vivienda de personas consagradas al culto ya sea a través de la oración o de otras actividades vinculadas a los preceptos dictados por su religión.
Camposantos: espacios dedicados a la honra de los ancestros, los cementerios pueden transformarse eventualmente en espacios sagrados.
Lugares míticos: estos sitios, generalmente mencionados en los textos sagrados cumplen básicamente una función alegórica dentro de una cosmología y su ubicación geográfica suele ser discutida e imprecisa. Un ejemplo sería el Edén Bíblico, cuya existencia geográfica fue sostenida hasta principios de la modernidad y a menudo fue identificada con el continente americano.