La palabra “paraíso”, en rigor, no figura en los textos bíblicos, sólo se menciona el Jardín del Eden. Este lugar utópico, que debería estar ubicado geográficamente en el centro de la tierra fue considerado un espacio físico real hasta probablemente principios de la modernidad. En efecto, hasta Colón creyó ver en el Orinoco uno de los cuatro ríos del Génesis.
Las diferentes pistas que ofrece el Genesis, no son suficientes para identificar el lugar. Los cuatro ríos, el Pisón, Gihón, Tigres y Eufrates no resultan suficientes. Es probable que se tratara de una región en la Mesopotamia, especialmente porque los mitos sumerios y acadios hacen referencia a la existencia de un paraíso o Edén.
Una tablilla sumeria localizada en la antigua ciudad de Nippur, situa este paraíso en Dilmún, lugar que hoy se identifica con el archipiélago de las Baharein, junto a la costa de Arabia oriental, en el golfo Pérsico:
“La tierra Dilum es pura
el león no mata
el lobo no roba la oveja
el de la cabeza enferma no dice:
tengo mal en la cabeza”
El Edén era un lugar de dulces aguas subterráneas hasta que Enki, fue víctima de la maldición de los dioses sumerios.
También las tablillas asirias aportan descripciones del paraíso corresponden a tiempos pre-bíblicos. Lo cual parece apuntalar la hipótesis, para muchos investigadores que el paraíso está inspirado en las actuales tierras de Irak, en una zona cenagosa en la cual el Tigres y el Eufrates confluyen, llamada Chatt-el-Arab. Para Terence McKenan, el Edén se correspondería con un lugar en el Hoggar Argelino, al sur del Sahara, que actualmente se conoce como Tassili. Esta región habría sido un oasis en tiempos neolíticos. Hoy es una cadena motañosa de gran envergadura que alberga numerosas pinturas rupestres.