Danza

La danza ha tenido desde la antigüedad una importante relación con lo religioso. Civilizaciones primitivas danzaban siempre para comunicarse con los dioses o provocar estados alterados de conciencia.

La danza promueve la desaparición de la noción de espacio y tiempo de modo que abre simbólicamente las puertas a una nueva realidad, un portal de conexión con lo sagrado.

En oriente, por ejemplo existe la danza taoísta. Se trata de un drama de dimensiones cósmicas en el cual el yin y el yang se unen para alcanzar la inmortalidad. Esta danza representa la armonización cósmica y la trascendencia.

Danzas Circulares

En la danza circular la unión de los participantes es la base de la energía que gira y que no se pierde. Existen por ejemplo, danzas circulares que se realizan en torno de un músico situado en el centro, o en torno a un altar, también al rededor de una estatua o pira o incluso en trono a uno de los miembros concebidos como dios o diosa. La danza circular propicia la pérdida de la individualidad en la emoción grupal.

Los bosquimanos, poseen una danza ceremonial denominada kung. Se trata de un rito que puede durar muchas horas en el que tratan de alcanzar un estado de trascendencia a través de una energía que se eleva desde la base de la columna hasta el cráneo otorgándole al sujeto un poder sobrenatural.

La danza frenética griega era un baile circular también. Este se hacía en honor de Dionisios y existía el asko-liasmós (que consistía en saltar y brincar sobre ordes de vino engrasados), el ditirambo (que suponía canto y encantamiento) y el hyporchema (movimiento vivos).

En el Islam, la danza tiene su presencia con los derviches, místicos que danzan dando giros sobre sí mismos.