Los lares eran deidades romanas menores que generalmente estaban asociadas a las casas o eran consideradas sus protectores. Estas deidades también protegían terrenos o cruces de caminos. Sin embargo, su función principal era la protección familiar. Los romanos, al margen de los altares que podían tener en sus casas, construían pequeñas torres en los límites de sus posesiones en donde ofrecían sacrificios a estas deidades.